SANTUARIO
DE ARANTZAZU
El Santuario
de Arantzazu, colgado sobre barrancos y edificado sobre roquedales en una zona
agreste y natural, se encuentra en el
término municipal de Oñati ( Gipuzkoa )
En su larga
existencia el santuario sobrevivió a tres incendios ( 1553, 1622, 1834 ) teniendo que ser
reedificado otras tantas veces. Sin embargo, en 1951, en lugar de seguir
acometiéndose las continuas tareas de reforma parcial y ampliación, se decidió
hacer una basílica nueva que fuese verdaderamente solemne por su dimensión y
empaque, pero sobre todo que se expresase en un lenguaje artístico moderno,
para lo cual se convocó un concurso de ideas.
El proyecto
ganador para la realización de la nueva iglesia fue el de Francisco Javier
Sáenz de Oiza y Luis Laorga.
LA VIRGEN
Según la
leyenda, a un pastor llamado Rodrigo de Balzategi se le apareció la Virgen
sobre un espino y éste, asombrado, le preguntó: “ Arantzan zu ?”
( ¿ Tú en un
espino ? ). Desde el año 1501 los franciscanos tienen permiso papal para
permanecer en Arantzazu. Durante los siguientes siglos los frailes franciscanos
hicieron de Arantzazu un lugar de devoción y peregrinación, y un exponente del
arte y la cultura.
La imagen
antes tenía un camarín de plata y estaba adornada con lujosas capas, pero tras
la reforma del templo a mediados del siglo XX se prefirió exponerla con el
cencerro junto al que apareció y sobre un trozo de espino haciendo referencia
al momento de su aparición.
La pequeña
imagen sólo mide 36 cm. y pesa 9 kilos y es de piedra policromada. Es curiosa
la absoluta desnudez del Niño y su colgante pintado al cuello con forma de
Cruz.
La Virgen de
Arantzazu fue la cuarta imagen coronada
de España. Aunque desde el año 1918 es
patrona de Gipuzkoa, esta imagen lleva su amparo más allá del límite
provincial, llegando incluso hasta
América con los misioneros.
LA
FACHADA
En
medio del barranco se alza la radical verticalidad de las torres de la
fachada y la campanil, cubiertas de miles de puntas de diamante calizas, que suponen una
continuidad del paisaje kárstico y una referencia a las afiladas púas del espino . Llaman la atención el
friso de 14 apóstoles y la Piedad. Toda la
fachada fue realizada por el artista vasco Jorge Oteiza.
Los
apóstoles representan la misma esencia del apostolado cristiano, el vaciarse
por dentro para dar a los demás. El artista los ha representado con ese hueco
interior para simbolizar esta entrega. Si nos fijamos en las figuras de los
extremos nos daremos cuenta que miran hacia el interior, es decir, hacia los otros apóstoles. Son dos nuevos
apóstoles, dos nuevos cristianos ganados por la predicación de los apóstoles de Jesucristo. La
representación de catorce apóstoles simboliza el aumento de la comunidad
cristiana a partir de esos doce primeros ministros de Jesús.
En lo alto
de la fachada vemos la piedad, con Cristo muerto, inerte, a los pies de la
Virgen, que también está vaciada por dentro. Pero aquí destaca el vacío en la
zona del pecho, la zona del corazón.
En Arantzazu
encontramos una de las mejores obras de arte religioso del siglo XX. Muestra de
ello es que una copia del apostolado de Oteiza está expuesta en el Museo de
arte religioso del Vaticano.
INTERIOR
Las cuatro
puertas de acceso al templo son obra de Eduardo Chillida. Casi sumidas en la
tierra tras el descenso de una empinada escalinata, sugieren, en su apariencia
mineral, el ingreso al mundo de las regiones subterráneas.
Esta
impresión se refuerza, al pasar al interior del templo y ser recibido por el
imponente retablo mayor, de más de 600 metros cuadrados, concebido en madera
tallada y policromada por Lucio Muñoz en
cuya parte central se halla la Virgen en
su camarín.
Aquí no hay
plata ni dorados, sino madera, más acorde con el entorno natural que rodea el
templo. La decoración de la madera representa el paisaje que rodea la basílica
de manera un poco abstracta. Bajo la apertura donde se abre el camarín de la
Virgen vemos unos trazos cruzados que representan el espino donde apareció. Dos
líneas compositivas hacen diagonales en la parte superior hacia el camarín.
Además de dirigir nuestra mirada hacia la Virgen representan el barranco donde
se encuentra el santuario.
La planta de
la iglesia es de cruz latina, lo que evoca la planta más típica de los templos
católicos. Una luz azulada envuelve el crucero, contrastando con la luz más
neutra de la nave y creando una sensación misteriosa que invita a la
meditación. En ellas también vemos
simbolizado el espino que da nombre a la Virgen. ( arantza = espina ( en vasco
( euskera ) ) )
Estas vidrieras
fueron realizadas por Javier Álvarez de Eulate.
En el
deambulatorio, tras el camarín de la Virgen, Xabier Egaña pintó ocho temas que
reflexionan sobre el libro de Job o lo absurdo del dolor, tan ligado a la
humanidad, y sobre los tiempos finales del apocalipsis.
CRIPTA
En el
espacio de la cripta antiguamente se alzaba el anterior templo del siglo XIX.
Una placa a la entrada de la cripta recuerda cómo Ignacio de Loyola, en 1522,
es decir, pocos años después de la aparición de la Virgen de Arantzazu, vino al
templo para encomendarse a la Virgen antes de encomendar su vida a la fundación
de los Jesuitas.
La
cripta, decorada por Nestor Basteretxea, afronta 18 grandes muros con
una excepcional fuerza expresiva. Pintor, escultor y director de cine
vasco, afrontó la obra con un espíritu rompedor y novedoso, y prueba de
ello es el Cristo que preside la cripta.
Es un Cristo
que entronca más con el Dios del Antiguo Testamento, Dios-Juez que nos mira
severamente y recrimina el comportamiento cruel y egoísta de la humanidad. Su
intenso color rojo acrecienta esa sensación de ira justificada ante el mal
cometido por el hombre. Al mismo tiempo es el color de la sangre que fue
vertida por Cristo para nuestra salvación. Pero además el color rojo aumenta la
sorpresa y el temor del espectador ante
la rotunda imagen de este Jesús, ya que este color es el color habitual de la
representación del diablo.
Tras ver la
delicada y dulce Virgen de Arantzazu, el contraste con este Cristo es
extraordinario.
En su día
significó toda una revolución en la comprensión del arte religioso, haciendo
del arte sagrado un lugar abierto y un espacio de acogida plural. El carácter
vanguardista de las obras que componen el Santuario de Arantzazu no
siempre fue suficientemente comprendido, lo que llevó a largas paralizaciones
de los trabajos, e incluso, en algunos casos, obligó a la reformulación de los
proyectos.
Información
obtenida de:
religión arte y cultura